Seamos crudamente sinceros: nada se podría hacer en la Ciudad, en las provincias o en la Nación, sin la complicidad de las legislaturas respectivas. Los atropellos del poder Ejecutivo deben ser frenados por el poder Legislativo. “Cambiemos” ganó la segunda vuelta, en 2015, pero es minoría en ambas Cámaras. A los Buitres se les pagó porque los “opositores amigos” querían ayudar a la “gobernabilidad”. La traición al voto popular es evidente. Sobran los ejemplos.
Así, la mentira y la antipolítica crecen. La democracia chueca se debilita. Las corporaciones ponen a sus empleados en el Gobierno. Macri, Vidal, Rodríguez Larreta… tienen una ayudita de sus amigos… “opositores”. Es evidente que hay connivencia de los legisladores, o por lo menos, miran para otro lado, y el ejecutivo avanza con sus planes. Siempre es así. Pero, la judicialización de la Política no es el camino. El poder Judicial no es democrático, juega para las corporaciones, no para la Justicia. No debemos dejar la política en manos de los jueces y los amparos.
En la CABA, en cada conflicto ciudadano, con INUNDACIONES, URBANIZACIÓN, o ESPACIO PÚBLICO, donde el jefe de Gobierno hace caso omiso al clamor ciudadano, los legisladores brillan por su ausencia. Los vecinos y asambleas barriales se ven abandonados a su suerte. Sólo la movilización popular, en todas sus variantes, es el reaseguro de la democracia y la libertad…
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